Lo más destacado después de verle, es este momento: sentirle por primera vez. Nunca lo olvidaré. Era por la mañana y estábamos en misa, después de comulgar. De repente, sentí claramente una leve patada en mi interior que me hizo abrir los ojos como platos y ponerme recta, y enseguida ¡otra!. Me volví a mi marido y le dije, “acabo de sentir a Pablo”. Otras
veces había creído notarlo, pero no estaba segura del todo, pero en esta ocasión no tuve ninguna duda. Una sensación completamente nueva y extraña.
Alguien habita verdaderamente dentro de mí. Aunque todavía no le siento con mucha asiduidad, sí es verdad que en el trabajo de vez en cuando me hace dar un respingo y me arranca una sonrisa gustosa. Qué cosa más increíble, esta de la maternidad. Y yo… sólo tengo que disfrutar.